Los rellenos dérmicos se realizan con polisacáridos, éstos están presentes de forma natural en nuestras articulaciones, cartílagos y piel. Dependiendo de la zona en la que los encontramos, cumplen distintas funciones. Además, ayudan a reponer la piel para aumentar la hidratación, mejorar la elasticidad y fortalecer la piel.
En tratamientos faciales, facilitan la atracción y retención de agua en la epidermis y la dermis asegurando hidratación constante. Generan una estructura de malla subcutánea que disminuye arrugas y surcos. Estimula la producción de colágeno y restaura la firmeza cutánea.